Bunbury flaquea por Matias Uribe

Bunbury flaquea






El hombre delgado, pese a lo que Bunbury cantaba en ‘Hellville de Luxe’, flaquea. Su nuevo disco en directo, grabado en el teatro Gran Rex de Buenos Aires, en noviembre de 2010, no pasará a los anales de los discos en vivo. Suena reiterativo, falto de ideas nuevas, está cargado de automatismos, adolece de alma instrumental y del impacto de un verdadero disco de directo, como antes han demostrado muchos grandes solistas, desde, por ejemplo, Lou Reed a Dylan, Springsteen, Neil Young o Leonard Cohen. Repásese, por referenciar y de forma respectiva, ‘Rock‘n’roll Animal’, ‘At Budokan’, ‘Live In New York’, ‘Live Rust’ y ‘Live In London’. Al lado de discos como estos, renovadores, distintos a los de estudio, pletóricos, con una fuerza tremenda de escenario, el de Bunbury se aparenta gaseoso, burocratizado, de bolo de trámite, sin grandes particularidades con respecto a las canciones de estudio, salvo casos evidentes, y escasos, como el de ‘Lady Blue’.

Y eso, en un artista tan inquieto y tan amigo de la imprevisión, tan huidizo de lo estándar, no encaja bien. Sigo pensando que el mal de raíz está en una banda que cumple con oficio su trabajo, pero que no está a la altura de la inventiva que un artista como Bunbury requiere, él mismo se exige y a él debe exigírsele. Hunde al ‘aragonés errante’ en un sonido oxidado, antiguo, sobre todo con esos punteos de guitarras, delicados, pero tan trillados, tan oídos… Es curioso también el reparto ecuacional del repertorio: cuatro canciones exactamente de cada uno de sus últimos cinco discos, más cuatro añadidos varios de ‘El tiempo de las cerezas’ (‘Puta desagradecida’), ‘Radical Sonora’ (‘Alicia’), ‘Bushido’ (‘Desmejorado’) y la masbirriana ‘Apuesta por el rock’n’roll’. En total, 24 canciones. Y así, todos contentos. Opino que ‘Las consecuencias’ podría haber dado mucho juego para un directo en un teatro, si se hubiera trabajado profundamente y enfocado a ese fin. Y hubiera dado lugar a algo diferente, máxime con la pilada de directos que ya posee Bunbury.

Capítulo aparte es la presentación gráfica del doble CD, pobre y socorrida, con su consabida caja de plástico y su libreto de 12 páginas enflaquecido y superfluo en información (¿es necesario a estas alturas recordar su ‘discografía básica seleccionada’?). Y no entro en la edición limitada, que solo conozco por fotografías y la información publicada al respecto, pero que no parece estar a la altura de su precio, más de 60 euros.

No quiero extenderme mucho más. La cosa no ofrece tantos incentivos como ofreció ‘Las consecuencias’. El espacio del periódico da de sí lo que da, y si se trata de la crítica de discos, apenas un resumen telegráfico. Creo, sin embargo, que la reseña que el sábado pasado hice en Heraldo del disco, con tres estrellas, resume lo que básicamente pienso -quizá erróneamente, que aquí no hay verdades supremas- del doble CD: un disco para escuchar unas cuantas veces, unirlo a la colección de fetiches bunburianos y meterlo en la estantería hasta no se sabe cuando; lo que no me ocurre, ni ocurrirá, por ejemplo, con ‘Pequeño’ o ‘Las consecuencias’, discos, para mí, de cabecera.

He aquí la reseña:

“Si Bunbury pretendía mostrar su lado rockero, la intención renquea. Si, simplemente, se trataba de exponer en directo una porción de su repertorio, no hay grandes aportaciones: es casi un disco de estudio con aplausos, con escasas variaciones, básicamente por una banda que no aporta mucha inventiva y por unas guitarras obsoletas y sin pegada que anclan el sonido de Bunbury en un rock pasado, no de futuro. Falta, se diría, un espíritu de directo más incisivo. Extraño en un artista renovador, lo que no lastra un conjunto de canciones mayormente inapelables”.


LavOZdemiAmo

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